El prestigio ganado durante más de una década hizo su trabajo y acompañó a Rudy (19 puntos) para finiquitar el partido en el primer cuarto. Ver al alero desatado recordó uno a uno todos los títulos que jalonan el palmarés de la Selección española lo que rematado por una actividad defensiva muy intensa (Ricky cuatro balones robados) provocó la impotencia serbia reflejada en un número increíble de tiros que no tocaban el aro o con suerte lo rozaban. Los serbios simplemente estaban aterrorizados lo que condujo a su parálisis total, ya no se recuperaron. Pecados de juventud.
El resto fue coser y cantar. Eliminada la presión todos los jugadores mostraron su mejor versión y el que más Sergio Rodríguez que jugó, en el sentido más lúdico que se pueda entender, un partido casi perfecto en ataque y terminó con 22 puntos. Fue tanta la relajación final que Marc pudo descansar de cara a lo que queda por delante, que Calderón pudo proteger su hombro con solo siete minutos de juego, que para mi sorpresa Aguilar volvió de su destierro y a buen nivel y que Gabriel tuvo cancha una vez más. En definitiva todos jugaron y ninguno mucho tiempo.
Arrasando desde el inicio, manteniendo la concentración en ataque y en defensa, limitando pérdidas de balón (siete), con intensidad y agresividad bien entendida no hay dramas con los finales apretados ni con su gestión desde fuera de la cancha y su ejecución dentro de ella. Es una forma de eliminar el problema, veremos si se lleva a cabo en todos los partidos.
Por ahora la vida en rosa, otra vez.
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