Alfred. Hace muchos años, yo estaba en Birmania. Mi amigo y yo trabajabamos para el gobierno local. Intentaban comprar la lealtad de los jefes tribales sobornándolos con piedras hermosas. Pero sus carabanas, eran asaltas en bosque al norte de Rangún por un bandido. Y fuimos a buscar las joyas. Pero en seis meses, no encontramos a nadie con quien él comerciara. Un día, vi a un niño jugando con un rubí tan grande como una naranja. El bandido solo las obsequiaba.
Bruce Wayne. ¿Y por que las robaba?
Alfred. Pues porque para él era solo un deporte. Porque hay hombres que no buscan nada lógico, como dinero. No puedes comprarlos, intimidarlos, convencerlos, ni negociar con ellos. Hay hombres que solo quieren ver arder el mundo.
(El Caballero Oscuro, 2008)
En una decisión inexplicable, como es la suplencia de Iker Casillas, Mourinho, el entrenador que no rota si no es absolutamente imprescindible o el partido totalmente intrascendente, plantea el (pen)último pulso al Real Madrid. Porque si hay un símbolo del Real Madrid que salga al campo todos los domingos desde la marcha de Raúl González ese es Casillas, la última estrella surgida de la fábrica de la Ciudad Deportiva. Es la última huida hacia el abismo del portugués, es querer ver arder el Real Madrid.
