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| Hace una década... |
Un ilustre atlético como Joaquín Sabina canta eso de "al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver". Pero Fernando Torres vuelve a su Atléti y genera ilusión entre sus aficionados.
No sé si Torres fue realmente feliz en el Atlético de Madrid. Es difícil encontrar una foto suya sonriendo con la camiseta rojiblanca. Lo habitual es que esté serio, circunspecto, taciturno, soportando el peso de la responsabilidad, en definitiva. Porque cuando el llegó al primer equipo en el peor momento de la historia del club era el único rayo de esperanza y eso a veces es demasiado. A pesar de eso ha sido el estandarte atlético hasta cuando hacía tiempo que había volado a Inglaterra.
Sin duda el Atleti es el lugar donde quiere estar Torres pero tiene en contra que llega en un periodo relacionado íntimamente con el fracaso como es el mercado de diciembre, que tiene que remontar varios años de caída en su rendimiento, que el equipo se ha acostumbrado por fin a jugar de otra manera para llegar a Mandzuckic y que pocos de los hijos pródigos que han vuelto han triunfado. No lo hizo Martín Vázquez en los 80, ni De La Peña ni Stoichkov en los 90, ni el propio Simeone en la década pasada.
Pero tiene a favor dos cosas, el ejemplo de su compañero de gloriosa selección Villa, humilde, esforzado y, sobre todo, secundario. Hizo una buena temporada para despedirse del fútbol europeo. Y llenó el zurrón con otra Liga más.
La otra es que nunca podrá tener un rendimiento más intranscendente que el del hombre al que va a sustituir si todo se concreta: Alessio Cerci.
Quizás sea demasiado poco para jugarse su status de leyenda atlética.
