España logró ante Croacia la medalla de bronce del Eurobasket 2013. Un buen resultado, sin duda. Puede que realmente fuera a lo que este equipo podía aspirar sin sus referentes de los últimos años, con varios jugadores que se iniciaban en el equipo nacional o que debían tomar un rol más importante y con un nuevo técnico. Demasiados cambios.
Precisamente uno de los problemas de este equipo es que jugadores como Llull, Claver o San Emeterio, la clase media o baja de la plantilla en torneos anteriores, debían dar un paso adelante y en la mayoría de los partidos no lo han hecho, en la final de consolación se han redimido. Sergio Llull (6.8 p, 1.4 r., 1,4 a.), lastrado por sus problemas físicos, ha tenido sus buenos momentos en defensa pero en ataque no ha producido todo lo que debía hasta esta final de consolación (21 puntos, cinco triples). SanEme (4.3 p., 2.3 r.) ha dado todo lo que puede, seguramente sea el jugador más justo en cuanto a nivel y potencial de la Selección pero normalmente no hay mucho que reprocharle, no engaña ni defrauda (cinco puntos, cinco rebotes y tres asistencias). Claver (6.1 p., 5.1 r.) es el jugador que ha tenido un Europeo más interesante, a partir del partido contra Grecia su juego evolucionó al incrementar su intensidad y agresividad, convirtiéndose en uno de los jugadores más regulares de la segunda fase y culminando la competición con 16 puntos y seis rebotes contra Croacia. Esperemos que haya comprendido que con ese incremento su carrera en la NBA y en la Selección serán mucho más productivas para él. El torneo y la utilización durante este del recuperado Mumbrú (3 p., 2 r.) ha sido desconcertante, llegó como tres y jugó la inmensa mayoría de sus minutos como cuatro y sobre todo en los minutos finales y cuando parecía una pieza clave para Orenga desapareció en las seminifinales y la final. La sensación final es que ha jugado demasiado para lo que ha aportado en el campo y ha restado minutos importantes para el futuro a Claver y, sobre todo, a Aguilar.