La flor, no sé en que parte de su anatomía está, del Marqués de Del Bosque ayer llegó a su máximo esplendor después de empatar un partido y pasar la eliminatoria por penaltis ante Italia a pesar de tomar una serie de decisiones inexplicables que solo se justificaron y se perdonaron por la victoria y por el personaje que las tomó.
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| Las Copas tapan el jardín |
Imaginemos un partido en el que te enfrentas a un equipo netamente inferior al tuyo en la actualidad, pocos de sus jugadores formarían parte de tu lista de 22, pocos por ser generosos, en el que el entrenador de tu equipo empieza jugando con tres delanteros y termina con un mediocentro que puede jugar de central como delantero centro y que ha sustituido al tercer máximo goleador de la Historia de la selección en la prorroga y con 0-0 en el marcador para no perder altura y ganar físico a costa de sacrificar lo que gana partidos, que es el gol. El otro delantero es un extremo cuya máxima capacidad se encuentra en el desborde y el centro y que no tiene a quién centrar porque el delantero está acostumbrado a despejar y no a golear. Imaginemos por un momento que el sustituido es Benzemá o Higuaín y que el sustituto es Pepe, imaginemos que el extremo es Di María. Imaginemos que ese entrenador se llamara José Mourinho. También se podría probar con Butragueño, Nadal y Clemente. Imaginemos que se habría dicho.
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