Ante la ausencia o dimisión de las dos grandes estrellas personalmente esperaba que aparecieran los segundos espadas: Bale y Neymar.
Y ambos lo hicieron con distinta fortuna. El brasileño mostrando una vez más sus alarmantes problemas para introducir la pelotita en la portería contraría. El galés graduándose aunque sea en una competición secundaria ante la afición española con un partido correcto y una jugada para el recuerdo.
Algunos decimos que el máximo culpable del segundo gol del Real Madrid fue Dani Alves y su incontinencia a la hora de sumarse al ataque, en la presente temporada casi siempre con desacierto. Otros piensan que Bartra y su presunta bisoñez al sacar a Bale del campo y no hacer que permaneciera ahí. Por otra parte hay quien piensa que el jugador más decisivo de la final fue Pinto (Incluso los espectadores que participaban en la encuesta de TVE con bastante recochineo) y su incapacidad para meter el brazo fuerte o para cerrar las piernas.
Lo que es incuestionable es que Gareth Bale, como se le conoce en España, si que hizo lo que debía cuando tuvo oportunidad. Es cierto que todas las condiciones eran favorables para él y sus cualidades. Pudo mostrar su potencia para sobreponerse a su salida del campo en el minuto 85 de un partido de mucha tensión, pudo mostrar su velocidad en cincuenta metros primorosos de conducción y sprint sin que ningún rival le llegara a inquietar y pudo mostrar su gran facilidad para el gol.
Tanto es así que él, por el que no se pagó lo que se pagó para ganar la Copa del Rey, ha puesto su nombre con letras se oro al lado de la edición del 2014, siempre será el año en el que marcó el gol de Bale en la Copa de Bale.
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