miércoles, 20 de noviembre de 2013

EL VALOR DE UNA ESTRELLA.

Como el que afronta con resignación una tarde de verano en una terraza "amenizada" por un pachangeo insufrible o como el que aguanta estoicamente al compañero pesado sentado a su lado en la cena de Navidad de la empresa así afronta la Selección española de fútbol todos los partidos amistosos y parte de los de clasificación que afronta durante la temporada desde que tiene una estrella en su pecho.
Todo el mundo se sorprende del poco valor que da una selección que tanto sufrió y que tanto esperó a conseguir un título mundial. Tanto da que el rival, sea la Argentina de Messi, el Brasil de Neymar o el Portugal de Cristiano, sea Guinea Ecuatorial o Sudáfrica, en verano o en invierno, con Xavi o con Xabi el equipo español juega con desgana, con desidia, sin intensidad y cayendo en el ridículo como ayer cuando se incumplió de manera palmaria el reglamento haciendo un cambio que no está permitido. 
A cambio de todo esto lo único que se consigue es que la acumulación de kilómetros en viajes lo más largos posibles haga que Valdés tenga una lesión muscular y que la dureza guineana pusiera los pelos de punta a los aficionados del Real Madrid cuando Xabi Alonso cayó. 
No merece la pena arrastrar así el prestigio de un grupo que ha conseguido hitos extraordinarios. Pero los partidos pasan y la reflexión y el punto de inflexión no llegan y cuando se presenta la hora de competir realmente pasa como en la Copa Confederaciones, donde se ganó a los equipos con los que no se podía perder y no se compitió con garantías en los partidos más comprometidos.
El valor real de una estrella se constató en el Friends Arena de Solna. Allí dos de los mejores jugadores del Mundo dilucidaron golpe por golpe de calidad y de amor propio la presencia en el Mundial de Brasil. Ganó Cristiano Ronaldo porque aunque Ibrahimovic es extraordinario (Para mí el tercero en discordia del duelo Messi-Ronaldo) el portugués está por encima de cualquier jugador del Mundo excepto uno y lo rubricó ayer con un hat-trick impresionante. La FIFA y Blatter, a pesar de las tonterías que dice y hace, ayer respiraron tranquilos: Tendrá a las dos superestrellas del planeta fútbol  en su mejor producto.

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