Ha pasado el subidón del 7-0 al Levante y el Barça ha vuelto a su realidad.
Aplastado por el Atlético de Madrid en la primera parte y muy exigido por el Málaga en la segunda de los dos partidos de esta semana el Barça ha descubierto que no es suficiente con recuperar la presión o adelantarla sino que es más necesario recuperar completamente la agresividad y producción de su ataque. Dos goles en dos partidos, con escasas ocasiones, es poco bagaje para el que se supone que es el mejor equipo del mundo atacando. Es difícil cambiar algo cuando se juega con la misma intensidad, con las mismas variantes tácticas y con los mismos jugadores que el año pasado.
La primera parte frente al Atleti fue un partido muchas veces visto en los últimos cinco años. Chocar una y otra vez contra una muralla de diez jugadores contrarios que salían como posesos al contraataque en cuanto veían una oportunidad medianamente clara. No hubo ninguna variación táctica para dar fluidez al ataque, se tocaba y se tocaba sin profundidad y Messi siguió en el centro cuando en esta clase de partidos se ha demostrado que es más útil (o únicamente útil) en una banda por su capacidad de desborde con un verdadero delantero centro en el área, lástima que no lo haya en la plantilla, además se recurrió a extremos que no tienen entre sus principales virtudes el regate sino el juego al espacio, que negaba el Atleti. No se puede decir que Courtois tuviera una noche mágica, incluso es difícil recordar más de una o dos intervenciones de mérito. Neymar salvó la cara en en la única jugada con criterio de todo el partido, iniciada por Cesc, relegado al banquillo cuando es el jugador en mejor forma. En defensa se quedó a merced de los delanteros rojiblancos en las transiciones que no se abortaban sino con gran riesgo de tarjeta por la lentitud en el repliegue. Busquets rondó y mereció la expulsión un par de veces. Además Simeone planteó una trampa con la posición de Diego Costa escorado a la banda buscando la superioridad en el juego aéreo frente a Alba que contaba con la gran "ayuda" de Mascherano, agujero puesto de manifiesto, más aún. Martino, molesto, dice que no se puede hacer presión si la pelota viaja a 15 metros de altura. Que se vaya acostumbrando y buscando variantes tanto en ataque como en defensa porque esto es un partido normal de la temporada azulgrana y parecía sorprendido. Algunos equipos, sobre todo en Europa, lo harán mucho mejor porque tienen más calidad y más físico que el Atleti a estas alturas de temporada. Veremos en la vuelta si se ha tomado nota
El partido frente al Málaga fue lo más parecido a un dolor de muelas. Una vez más solo Cesc, otra vez de falso nueve, parecía enchufado y ahora mismo, incluido Messi, supone la única fuente de generación en el juego de ataque del Barça. Xavi sigue en su línea intranscendente e Iniesta no termina de arrancar. Es curioso que el eslabón más débil del centro del campo se haya convertido en el más fuerte después de los dímes y diretes del verano con el Manchester United. En la delantera Alexis seguía una y otra vez lo que es una constante desde su llegada al Barça: intento de regate, lió y descontrol con el balón, tropezón, caída (con voltereta), pérdida de balón y lamento desconsolado. Además falló las ocasiones más claras que tuvo el Barça. Que juegue él y Tello siga una jornada más en el banquillo o que no se le dé más vuelo a Neymar (puede que por problemas físicos) es un atentado a la inteligencia y al fútbol. Pero tres entrenadores profesionales lo han querido así, verán más allá de lo evidente y Tello tendrá que luchar un año más contra la jerarquía establecida, tenga lógica o no. La solidez defensiva azulgrana quedó en evidencia cediendo en la segunda parte una vez más ante jóvenes meritorios y veteranos de vuelta un puñado de ocasiones clarísimas que fueron abortadas por el gran Víctor Valdés, cuánto te echaremos de menos, que una vez más fue el héroe oculto de la victoria azulgrana. El gol de Adriano servirá de placebo una semana más.
Mala semana para el Barça a nivel de juego, que no de resultados, y para el Tata, enredado fuera del campo con asuntos que no le competen ni le deberían interesar y dentro del campo con un equipo anclado en sus problemas desde hace dos años.
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