El Barça ha ganado el primer título de la temporada de una forma poco habitual en los últimos tiempos: jugando a lo que quería el rival, un buen Atlético de Madrid, sin imponerse en ningún momento al mismo, sin tirar a puerta en un partido en el Camp Nou y con el Valdés como mejor jugador en los dos partidos.
El juego de ataque ha sido inexistente con alguna jugada episódica pero sin ninguna continuidad ni intensidad. Reiterando una vez más los errores del pasado.
Pocos jugadores han completado los cuatro partidos oficiales del F.C. Barcelona en este inicio de temporada. Inexplicablemente uno de ellos (excepto tres testimoniales minutos en la Ida de la Supercopa) ha sido el que tiene la misión de conducir ese juego de ataque: Xavi Hernández. Desde la temporada pasada el de Tarrasa da signos claros de agotamiento más mental que físico, después de 15 años en la máxima élite es normal. Pero en lugar de descansar, airearse y recuperar alguna de las gloriosas características que tuvo en su momento de mayor esplendor es utilizado por el Tata Martino, igual que la temporada pasada por Tito, sea el partido grande o chico. Nadie podrá recordar una aportación relevante de Xavi al juego del Barça en estos cuatro partidos porque no ha existido, se ha mostrado sin profundidad y sin dinamismo, como el equipo en general, y aún así parece imprescindible. Sin embargo su presuntos competidores Cesc, el jugador en mejor forma de la plantilla, e Iniesta han recibido descanso.